Catalina Inclán Espinosa*
11.08.25
El pasado 6 de agosto se celebró la LXVI Reunión Nacional Plenaria Ordinaria del Consejo Nacional de Autoridades Educativas, más conocido como Conaedu, integrada por las y los secretarios de Educación de cada entidad federativa y las autoridades educativas del gobierno federal. Desde su creación en 2001, se convoca para informar las acciones federales a las entidades y puede servir como referente de análisis para estudiar la gobernanza y la gobernabilidad del sistema. Sin embargo, sólo se difunden pequeños fragmentos, pues no se de dan a conocer las reacciones o las discusiones provocadas por las iniciativas ni los acuerdos para concretarlas,[1] cuestiones centrales en un país con estructuras y condiciones diversas. Su contenido, vinculado con otros referentes de análisis, permite identificar las políticas educativas del sexenio y las tareas que llegarán a las escuelas.
En el Observatorio de Políticas Educativas (OPE) nos interesa poner a disposición diversas herramientas de análisis y fuentes para construir una discusión en torno a las políticas educativas. Por lo anterior, en este comentario semanal resaltamos los siguientes aspectos: las problemáticas señaladas en la reunión, sus vínculos con el proyecto educativo —hasta ahora sólo referido al Plan Nacional de Desarrollo (PND)—[2] y la puesta en acción de la política enunciada.
Todo discurso institucional, sin importar el sexenio, mantiene un tono triunfalista y de logro; este caso no es la excepción. “Vamos muy bien”, “logramos las metas”, “esto no tiene reversa”, “estamos con novedades”, “pedimos nos acompañen en esta transformación”, son frases que exaltan las acciones realizadas o las que se propone llevar a cabo en un tono de confianza y certeza en el camino trazado. No hay alusión explícita al PND ni a un plan sectorial incierto, pero se sustituye con un caudal de referencias a la figura presidencial: “tenemos acuerdo con la presidenta”, “la promesa de la presidenta”, “a la presidenta no se le olvida”, “le ha gustado mucho a la presidenta”, “la presidenta tiene interés”, “puntos de compromiso de la presidenta”, “lo dijo la presidenta”, etcétera. Se mantiene el concepto de la Nueva Escuela Mexicana (nem), acuñado un sexenio antes, quizá una de las construcciones que enlazan ambos periodos y proyectos.[3]
Las políticas educativas son construcciones que recuperan demandas sociales, se vinculan a un proyecto de país y ofrecen una respuesta para enfrentar problemáticas que se han identificado como prioritarias. Desde el inicio de 2025, en educación básica se han implementado acciones destinadas al bienestar estudiantil;[4] lineamientos de observancia nacional; indicaciones y capacitación a las cooperativas escolares y docentes; materiales digitales; vínculos con empresas de alimentos; brigadas de detección de condiciones de peso y talla, así como un programa para prevenir el consumo de drogas. Todas estas acciones muestran la atención a un tema sensible para la institución escolar. Como en otros momentos, la cuestión sigue centrada en una condición individualizada: una conducta puede elegirse, mantenerse o modificarse bajo premisas indicativas que se promueven y sustentan desde los espacios escolares.
El segundo gran tema en la mesa del Conaedu fue el Sistema Nacional de Bachillerato. Desde el inicio del sexenio, los análisis de coyuntura y estructurales del OPE,[5] así como en eventos destinados explícitamente a este nivel educativo,[6] han discutido y evidenciado las dificultades contextuales, estructurales, de gestión, socioeconómicas, formativas y curriculares de los cambios propuestos. Hacer plausible el derecho a la educación en este nivel rebasa la elección individual de una modalidad, la asignación económica en formato de becas, las expectativas familiares o laborales que se depositan en la formación, el cambio en el nombre de los cursos e incluso la ilusión de incorporar competencias laborales en un mercado nacional estropeado.
Aunque no es posible enumerar todos los temas enunciados en la sesión pública, interesa al OPE mostrar la viabilidad de sus herramientas para análisis de políticas, la posibilidad de recurrir a sus enfoques para complementar o identificar el inicio de las acciones gubernamentales, así como referencias de valoración en su tránsito sexenal.
* Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación. cinclan@unam.mx ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9745-7319
[1] Puede verse la presentación en: https://www.youtube.com/watch?v=p14lMXT2AWE&t=10s
[2] Documento disponible en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/966672/pnd-completo-2025-2030.pdf
[3] Una discusión más amplia sobre este concepto puede localizarse en La educación en el sexenio 2018-2024. Miradas desde la investigación educativa, disponible en: https://www.iisue.unam.mx/publicaciones/libros/la-educacion-en-el-sexenio-2018-2024-miradas-desde-la-investigacion-educativa
[4] Con este criterio, “bienestar estudiantil”, pueden ser identificadas las notas que el Observatorio ha colocado en la sección de noticias y artículos de investigación: /OPE-IISUE/?page_id=919
[5] Véanse los artículos de R. Romero, disponible en /OPE-IISUE/?page_id=606, y H. Aboites, /OPE-IISUE/?page_id=1517.
[6] Por ejemplo, la mesa de análisis “El combate a la desigualdad en educación superior. Diálogos sobre el proyecto educativo de la 4T”, disponible en https://www.iisue.unam.mx/OPE-IISUE/?page_id=1608, y el foro de análisis “La Ley de Educación Media Superior a debate”, https://www.iisue.unam.mx/OPE-IISUE/?page_id=1573.